Una juez de Vigilancia Penitenciaria investigada por trabajar en un tarot
Desgraciadamente, en España estamos acostumbrados a pluriemplearnos. Pero nunca nos imaginábamos que un cargo público lo fuera a necesitar. Y más, en una profesión tan dispar a la suya. Ha ocurrido en Lugo, donde la magistrada del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria 3 de Galicia está siendo investigada por trabajar en paralelo para una consulta de tarot. Consulta para la que ella misma reparte los panfletos en las calles de Lugo y los coloca en los parabrisas de los coches.
Imaginamos que si ése es su trabajo, muchos de estos papelitos estarían colocados en los parabrisas de los cohes aparcados en el juzgado. Y de ahí que se haya podido relacionar estos dos hechos. Esos papeles que anuncian una consulta de tarot, por unos módicos 15 euros y «sin límite de tiempo» y «fines de semana incluidos» te ayudarán espiritualmente con tu vida.
En cualquier caso, compatibilizar ambas profesiones parece tarea fácil: profetizas que un recluso va a ver reducida su pena y a los días, tú misma le juzgas y cumples tu profecía. Negocio redondo, ¿no? Pues algo parecido hace la jueza. Una periodista de El Progreso de Lugo afirma que, en una sesión de adivinazión, la magistrada le explicó que «La Justicia tampoco acierta mucho», como dando a entender que dependiendo de su profecía, pasarían unas cosas u otras.
Pero este chollo parece que le va a salir caro a la magistrada ya que el primer paso ha sido abrir un expediente informativo para investigarla y, en función del resultado del mismo, se podría apartar a la juez de forma cautelar de sus labores al frente del Juzgado de Vigilancia Penitenciaria. Porque además, no es la primera vez que se la investiga.
En 2012, cuando trabajaba en el Juzgado de lo Penal 1 de Santiago de Compostela, se presentó una queja oficial del Colegio de Abogados. Al parecer, porque llevaba a su gato a la sala de visitas. Como buena «bruja» tiene que tener un gato. Seguro que sería negro. Y con anterioridad, fue sancionada por fumar entre juicio y juicio (a saber el qué) y por no acudir a una declaración con la excusa de que «tenía gimnasio».
¡Qué locos estos jueces!